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jueves, 4 de abril de 2013

Donaciones y Caridad: ser solidario por un día

Asistimos estos días ante lo que queda de una nueva catástrofe, "tragedia climática" tituló un alcalde local.

Es un desastre sufrido por todos, que equipara las distintas clases sociales a la desesperación, la bronca, el dolor, y la tristeza por los bienes perdidos y sobre todo los daños humanos causados por la abundante lluvia que afecto Buenos Aires durante el martes 2 de Abril.

Justo el día del Aniversario del desembarco y toma de las islas Malvinas en 1982, que puta coincidencia.

Lo que me preguntó es porqué presenciamos como ante una situación de tragedia de este tipo, salen las Almas Caritativas a brindar y recolectar donaciones.

"Tiramos" lo que nos sobra.
Ropa fea, vieja, en el mejor de los casos limpia y de milagro sin roturas.
En el mejor de los casos compramos por un par de billetes algunos alimentos que ni nosotros comeríamos, arroz barato, polenta, porotos, aceite marca mongopichu, y esas cosas que consumen "los pobres".

No seremos nunca capaces de comprar y donar, o regalar me sonaría mejor: un kilo de lomo, paquetes de las mas ricas galletitas, latas de atún, caballa y todo tipo de pescados enlatados (aclaro que puse caballa porque es un alimento beneficioso para nuestro metabolismo, regula nuestro nivel de energía y el correcto funcionamiento de las células).

¿Porque lo hacemos?
Creo en algunos de estos motivos:

- Porque a quien le donamos no tenemos que verle la cara, ni saber quien es.
- Nuestro electo donante, el privilegiado que reciba mi donación, no tendrá que darme la mano; ni decirme gracias. Ni siquiera darme un beso o un abrazo.
- Porque yo elijo, yo decido que doy, cuanto, donde, a quien. Soy yo el centro de la donación, no el que necesita.
- Es una manera elegante de ayudar, sin "emparentarme" demasiado (ni siquiera un poquito) con la persona que esta del otro lado.
- Esta bueno que lo que yo estoy por tirar a la basura, pueda decir que lo DONE para alguien que lo necesita. Que pena no poder hacer lo mismo con lo que me sobra del plato en cada comida, o las sobras del café calentito que me tomo a la mañana. Que lástima, que desperdicio, que no pueda DONAR la cantidad de yerba usada que tiro cada día, o los restos de café, de pan, de tantas cosas que tiramos.

Sin duda es una buena acción, un paliativo que ayuda mucho a quien sufrió la tragedia de una catástrofe natural de este tipo.

Pero a veces, o siempre; no alcanza.

Es muy triste ver que solo queda en ese simple hecho, sin poder ser un estilo de vida que nos acompañe las 24 horas del día.

Como leí hace mucho, sobre un refrán italiano:

"Piove, porco governo".
(llueve, cerdo gobierno)